viernes, 9 de enero de 2015

La mirada de Carla

L A    M I R A D A    D E    C A R L A



-  Señor Andreu, ¿puede contarnos cómo lo ha hecho?
-  No fui yo
-  ¿Podría explicarse mejor Sr. Andreu?
- Les podría contar quién era Joan
- ¿Joan? ¿Nos podría explicar qué le impulsó a lanzarse a sabiendas de que su discapacidad le impediría sobrevivir?
- Creo que mi discapacidad les está impidiendo ver, por eso se extrañan, pero entiendo sus inquietudes. Joan era…



    Un chico como cualquier otro, no era discapacitado, si eso les reconforta. Nació y creció entre algodones, como solemos decir, sin preocupaciones ni obstáculos en su vida. A diferencia de nosotros, los niños no invierten su tiempo en fabricar problemas, y el corazón de Joan era tan puro y limpio como el de cualquier otro chico de su edad, pero la vida es un túnel oscuro que se va iluminando a cada paso que damos. Los niños como Joan son felices con la luz del presente, el pasado ocurrió hace mucho y el futuro queda lejos.

   ¿Cómo iba a imaginar Joan su situación veinte años más tarde? ¿Quién iba a decirle que dos décadas después una situación martilleante le haría girar la vista al pasado y al futuro sin reparar tal vez en la importancia del presente? Cosas de mayores, empeñados en mirar hacia detrás y hacia delante continuamente…   Joan se había hecho mayor.

   
     De pequeño le habían hablado de Dios y el diablo, del cielo y el infierno. Nunca se paró a pensar en ello, había estado demasiado ocupado, sí, había sido feliz. Ahora se había dado cuenta, y aunque no era como se lo habían explicado, no le extrañaba,  pues no era cuestión de saber explicarlo, sino de estar en posición de poder comprenderlo, la mente creaba el infierno y el corazón ayudaba a salir de él. Su infierno era la depresión de Carla, y su corazón le ayudaría a superarlo. Joan nunca se imaginó que navegaría por el infierno sin morir en el intento, “hay un camino y tengo que encontrarlo”.

     Carla era hermosa y joven, pero una profunda tristeza invadía su alma. Era difícil de entender, el camino se tornó cada vez más tormentoso y parecía no tener fin. Joan sentía el acecho de la soledad, la impotencia se apoderaba de él, trataba de ayudar a su princesa pero no lo conseguía, se culpaba a sí mismo por haber cometido errores,  aún ignoraba datos esclarecedores y se odiaba en soledad, miraba a su alrededor y no veía a nadie, parecía estar luchando solo, sabía que contaba con el apoyo de los suyos, sin embargo, sentía una extraña soledad, era justo lo que ella decía, una extraña soledad.

      Esa mirada…  la tenía clavada en el corazón.


     - Sin duda una triste historia señor Andreu, nos tiene conmovidos aunque no comprendamos su mensaje ¿Esto es una historia de depresiones? Y díganos, ¿se trata de su motivación para que hace apenas veinticuatro horas decidiera lanzarse al río con una misión aparentemente imposible? ¿Quiere que incluyamos toda esta historia señor Andreu? ¿Quiere utilizar algún seudónimo?


     - Su mirada de terror, de pánico, de verdadero dolor, era la mirada de quien vive en el infierno. No cabía duda de que éste existía, pues Joan estaba a las puertas observando cómo la persona que más quería se quemaba por tiempo indefinido, o crónico según los médicos.
   
     Era cabezota, así que decidió atravesar las puertas del infierno, su inconformismo lo llevó a dar un paso que muchos catalogaron de suicida, igual que ustedes hacen ahora.

       Joan no había encontrado el camino, pero su perseverancia le alumbró una senda en la buena dirección, pensó que tanto amor no podía difuminarse sin más, aunque tuvo que comprender algunas cosas y aceptar muchas otras.

      Aprendió a estar a su lado, aprendió a sentir como ella, aprendió a todo aquello que necesitaba para ayudarla y que tanta impotencia le había creado, a dar cada paso con más fuerza que el anterior, y sí, ahora más que nunca prefería hablar de indefinido, pues estaba aprendiendo de nuevo a vivir el presente, y lo crónico invitaba a perderse en el futuro. Ahora podía vivir “de alquiler” en el infierno con la esperanza de salir vivo. No le asustaba el nombre de la calle donde se encontraba, había aprendido a mirar de frente al tenebroso paisaje y emprendió el camino en busca de la salida.
      Eran años muy duros, pero a pesar de todo, Joan comenzaba a dejar de sentirse solo, iba superando todos y cada uno de los obstáculos, había dejado de estar perdido en el desierto, la impotencia cedía paso al tesón.

    Aún quedaba mucho trabajo por hacer, muchas barreras que superar, el estigma social suponía un obstáculo en la recuperación de Carla, otro enemigo al que derrotar…



- Perdone señor Andreu, no le comprendemos, no sabemos qué quiere decir usted y qué tiene que ver todo esto con su sorprendente atrevimiento.


- Verá señor…

- Cabanillas

- Señor Cabanillas, esto no es una historia de depresiones, es una historia de Amor. La mirada de la chica del río…     era exactamente igual que la de Carla, en cierto modo fue ella quien saltó.

 - Señor Andreu, ¿nos revelaría el final de la historia de Joan?

 - Quizás algún día lo haga, no es el mejor momento ahora.

 - ¿Con qué nombre firmará esta historia señor Andreu?

 - Joan Carles Andreu.

17 comentarios:

  1. Los niños no invierten su tiempo n fabricar problemas ... Cuánta razón! Y saben que su felicidad vale más que el orgullo, por norma....

    Hay historias de " amor" reducidas a ... Un salto en la retina.

    Un abrazo

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  2. Cierto Athenea, y este concepto me recuerda en cierto modo a la gran obra maestra "El Principito". En nuestro crecimiento nos desarrollamos y modelamos nuestro pensamiento, adquirimos experiencia, habilidades, aprendizajes, madurez y muchas otras cosas que van dejando huella en nuestro interior, pero... cuántas cosas perdemos por el camino!

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    1. " sólo se ve bien con el corazón.. Lo esencial es invisible a los ojos " :;))

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    1. El principito.. Sin duda un buen regalo.. Al igual que lo es, sin duda, una caja de música.. Gracias por tu huella!

      Un abrazo de luz

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  4. Jeje, pues las dos cosas he regalado ya. El principio es de esas obras que merece la pena leer muchas veces , y solo la Comprenden los adultos porque a los niños les parece todo demasiado obvio. Gracias a ti

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  5. Tino!! me has atrapado en tu relato de principio a fin, espero que la concluyas me has dejado con saber mas a veces los adultos nos dejamos atrapar por instantes de desolación o tristeza que no nos deja ver con claridad inclusive muchos lo llaman estoy deprimido , y en realidad nol o estas ya que la depresión es una enfermedad profunda , pero nos empeñamos por el camino mas difícil, en cambio los niños por su sentido com´ú de las cosas y su inocencia no reparan en ello , la verdad es que me quedé con ganas Enhorabuena excelente relato , un abrazo desde mi brilo del mar

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  6. Muchas gracias Beatriz! Me alegro mucho que te haya gustado el relato. La verdad es que siempre trato de tener el espíritu del Principito lo más presente posible, aunque no siempre es fácil. Tienes razón en cuanto a lo de la depresión, tengo relación directa con ese tema y bueno, es un tema que da para mucho y sé que en más de una ocasión mis entradas estarán relacionadas con ello.

    Un abrazo

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  7. Creo haber entendido, que hay personas que solo ven el pasado y el futuro por sus preocupaciones presentes, pero el presente se les escapa precisamente por no echar (digamos) el ancla para dar soluciones al problema que están viendo alrededor, en este caso de Carla, que al parecer pasaba por una depresión...
    Creo que me he liado un poco, jajaja. Si la historia no está completa, volveré a leer el final.
    Un abrazo y gracias por tu lectura.

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  8. Hola Elda! Verás, el tema del pasado y del futuro es un detalle que, aunque tiene mucha importancia y creo que hay mucho que hablar al respecto, no es determinante para la historia que se cuenta. Como bien dices, muchas personas, la mayoría de los adultos, estamos casi siempre más preocupados por el pasado y por el futuro que por vivir el presente, y ese detalle nos priva de la verdadera esencia, de mucha felicidad. Joan de pequeño sólo vivía el presente, y era plenamente feliz, como cualquier niño. Si observamos a los niños, actúan de esa manera, se preocupan de lo que tienen delante. A lo largo de nuestro camino hacia el desarrollo hasta convertirnos en adultos perdemos esta característica, no sé si porque al ir adquiriendo responsabilidades nos inunda ese sentimiento continuo de preocupación por lo que ocurrió, por lo que pudo ocurrir y por lo que pueda ocurrir (que en la mayoría de las veces ni tan si quiera ocurrirá, absurda preocupación pues).

    Pero lo que realmente ocurre en esta historia, es que el señor Andreu se ha lanzado al río en un acto casi suicida para salvar la vida de una chica que se ahogaba. Entonces estaba siendo interrogado por los periodistas que querían saber el motivo de su determinación. Para explicárselo, el señor Andreu les cuenta la historia de Joan, que en cierto modo salvó la vida de su chica que estaba bajo las garras de una grave depresión. La mirada de la chica del río mostraba el mismo sentimiento que la mirada de Carla. Quien salvó la vida de Carla años atrás no fue otro que él, Joan Andreu. Un abrazo Elda, es un placer que estés aquí

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  9. Recien te conozco me presento me llamo Mucha y recien comienzo a descubrirte
    un abrazo

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  10. Hola Mucha! Encantado de que estés aquí, muchas gracias por tu comentario y tu visita.

    Un abrazo

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  11. ya estamos enlazados por las almas de las letras

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  12. Es buenísimo este escrito, me ha fascinado...

    Es triste cuando salimos de esa vida cómoda y placentera. Los sentimientos son grandes y hermosos, pero a veces... nos traen muchas tristezas.

    Muchos besos

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    1. Me encanta que te fascine Carmen. Bueno, los grandes sentimientos tienen esas cosas, se es más feliz por un lado pero también se sufre más.

      Un abrazo

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  13. Ala pero si esta entrada se me había pasado, menudo despiste tengo Tino, es que volví a ver si tenías algo nuevo, y al dar marcha atrás vi que ésta no la había comentado.

    La verdad, es que me ha gustado mucho tu relato, y me quedo con ésta preciosa frase tuya: "Ahora podía vivir “de alquiler” en el infierno con la esperanza de salir vivo" que me ha encantado.

    Un beso.

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  14. Muchas gracias María! me alegra mucho que te guste. Esa frase tiene miga eh? Suena a locura quizás, y no siempre los finales son felices, pero mira... quién sabe!

    Un abrazo y gracias por visitarme

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Gracias por tus comentarios.